13 de junio de 2013

LA LEYENDA DE LAS AGUJAS DE PUNTO


LAURA Y LAS AGUJAS DE PUNTO    

                              

LAURA Y LAS AGUJAS DE PUNTO
Hola, me llamo Javier y hace tres meses que perdí a mi esposa Laura en un accidente de automóvil.

Desde ese día no la he podido olvidar. Todavía recuerdo su precioso pelo largo, su aroma fresco y natural, sus preciosos ojos azules, pero sobre todo lo que no he podido olvidar es su preciosa sonrisa.

Todo este tiempo no he dejado de llevarle un ramo de rosas rojas a su tumba, sus flores favoritas. Y no he dejado de pedirle que regrese a mi lado...

En el reloj de pared sonaron las doce de la medianoche y Javier se dispuso a acostarse. En ese instante sonaron unos golpes en la puerta ¿Quién podía ser a esas horas? Y además Javier no esperaba ninguna visita.

Abrió la puerta y en su cara se dibujó un gesto de estupor. Al otro lado, en el frío de la noche estaba su esposa Laura; no podía ser, pero era ella, mucho más demacrada, pero era Laura. Javier se dispuso a abrazarla y en ese momento, de la boca de Laura salieron estas palabras:

"No me toques, no se te ocurra tocarme. Si he venido ha sido solamente porque tú me lo has pedido".

Laura entró en la casa y se sentó en su sillón favorito, y pidió a Javier:

"Tráeme un ovillo de lana y las agujas de hacer punto".

Javier entró en la habitación y volvió con las cosas que le había pedido su esposa.

Cuando Laura las cogió en sus manos, comenzó a hacer punto frenéticamente; parecía un autómata. Javier se quedó absorto mirándola, y no se dio cuenta de algo que se movía en uno de los ojos de Laura; ¡Era un gusano!

Además tampoco se apercibió que un trozo de piel de la mejilla de Laura había caído al suelo, y se podía ver el hueso.

Javier estaba cansado. Preguntó a Laura si quería acostarse, ésta negó con la cabeza. Javier se acostó. Despertó a las cinco de la madrugada. Se acercó al sillón y allí estaba Laura, haciendo punto. Parecía algo demoníaco y Javier se abalanzó para quitarle las agujas, y entonces....

A las nueve de la mañana entró en la casa la señora de la limpieza. Y la escena que vio en el comedor no la olvidaría nunca.

En el suelo, en medio de un gran charco de sangre estaba el cuerpo inerte de Javier con el cuello atravesado por dos agujas de punto.

Y en el sillón estaba el cuerpo en descomposición de su esposa Laura.


¡Es la voz del Gran Chaman!



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